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sábado, 12 de noviembre de 2011

COIMBRA DEL BARRANCO ANCHO



El conjunto de Coimbra, integrado por un poblado, un santuario y tres necrópolis (del Barranco, de la Senda y del Poblado), es conocido desde tiempos del Canónigo Lozano (finales s. XVIII, principios del XIX), quien fue el primero en dar noticias de éste, identificándolo con el topónimo de Coimbra, con el que es conocido este lugar popularmente.
La  cronología de este establecimiento ibérico abarca desde fines del s. V a. C. hasta principios del s. II a.C., momento que coincide con la conquista romana y la consiguiente destrucción del asentamiento.
Entre los materiales aparecen cerámicas ibéricas pintadas, terracotas, cerámicas áticas de barniz negro, imitaciones del taller de las pequeñas estampillas y campaniense de finales del siglo III, fíbulas de la Tene I y anulares hispánicas, barniz rojo ibérico, morillos, armas, con la panoplia ibérica completa (falcata, soliferreum, regatores lanzas y manillas de escudo). Si bien el poblado ibérico de Coimbra del Barranco Ancho fue destruido y abandonado tras la conquista romana, en una fecha que podríamos situar en torno al 190 a.C., el lugar será ocupado esporádicamente, estando documentada la presencia de materiales romanos cercanos al cambio de Era, tal vez en conexión con un pequeño puesto de vigilancia. El caserío del poblado se distribuye en un amplio rellano en el primer tercio de la falda norte del cerro denominado "El Maestre". Tiene dos accesos, uno al oeste, a través del barranco que da nombre al yacimiento y el otro por el este, lugar donde están enclavadas la puerta y línea de muralla, muy próxima a la divisoria de aguas.
La puerta de acceso es defendida por dos torres que dominan la vaguada y dos casas- fortín adosadas a ambos lados de la puerta que prolongan al exterior el pasillo de entrada. Una segunda línea de muralla quedaría constituida por los muros de la primera alineación de casas, quedando entre ambas una especie de barbacana.

Este esquema defensivo fue modificado a lo largo del tiempo, reforzándose con pequeñas torretas interiores. El aparejo de la cerca consta de un zócalo de grandes piedras sin tallar colocadas a hueso sobre el que se elevaría, con probabilidad, un alzado de adobe.

Las viviendas se distribuyen en terrazas, sirviendo como muros de aterrazamiento las paredes posteriores de los edificios, con lo cual éstos quedan parcialmente excavados en el terreno. Las calles salvan la pendiente y determinan manzanas rectangulares, conformando una planta general del poblado en damero. Por el momento, no parecen existir plazas ni edificios públicos intramuros.
En cuanto a la vivienda, esta suele ser de planta cuadrangular y distribución compleja. Los paramentos se fabricaban con un zócalo de piedras a hueso y alzado de adobe, sosteniendo techumbres de cañas, ramas y barro. También ha sido posible documentar pocetas y canales rehundidos en el pavimento o delimitados por muretes, que responden a un ingenioso sistema de recogida del agua de lluvia a través de perforaciones en los muros exteriores de las casas.

Cronología

Aunque la fase ibérica destaca considerablemente dentro de los periodos de utilización del yacimiento, las excepcionales condiciones del lugar en cuanto a recursos y control geoestratégico, han motivado la presencia humana en el mismo desde épocas muy antiguas.
Los primeros testimonios de ocupación nos vienen dados por los restos de época epipaleolítica que se extienden a lo largo de una pequeña solana de la ladera este del Cerro del Maestre. El área de poblamiento eneolítico parece muy extensa, localizándose materiales tanto en los niveles inferiores del poblado como bajo el nivel de sepulturas de la necrópolis de la Senda. La presencia de una cueva con un enterramiento colectivo, aun intacto, de este mismo momento, completa este panorama.
Aunque no tenemos testimonios para las fases plenas de la Edad del Bronce, un poblado del Bronce Final se extiende bajo el poblado ibérico, alcanzando la necrópolis, del Poblado, donde ha podido identificarse una posible muralla de cierre de esta época. Para estos momentos preibéricos habría que señalar la presencia de sepulturas cuadrangulares y circulares en la denominada necrópolis del Collado y Pinar, y en la Hoya de Santa Ana, frente a un área de poblado de cronología similar (s. VII-VI a.C.) que ocupa la vertiente este del Cerro del Maestre.


EL YACIMIENTO
El yacimiento ibérico esta formado por el Poblado , un santuario y un grupo de tres necrópolis de incineración (el Poblado , la Senda y el Barranco ). 

El Poblado se sitúa en el primer tercio de la falda norte y sureste del cerro del Maestre, entre 700 y 825 m. sobre el nivel del mar. El Santuario se ubica geográficamente en un lugar idóneo para sus fines coronando una colina a dos vertientes en un espacio abierto pero conexionando con todo el conjunto. Muy cercanas al poblado se hallan las tres necrópolis: la del Barranco , que se asienta al Oeste del Poblado, en el fondo del Barranco que da nombre a Coimbra; la del Poblado , que recibe este apelativo por encontrarse muy cerca del hábitat, limitada al oeste por las estructuras de habitación más tardías, al sur por una pequeña cresta rocosa, al Norte por un acantilado y al Este por una torrentera; por último, la Necrópolis de la Senda se halla en un rellano natural de poco más de 200 m2 de superficie que interrumpe el fortísimo desnivel de la ladera Norte del cerro del Maestre, junto al camino de Herradura que comunica Coimbra con el pinar de Santa Ana.
 Por otra parte, la situación estratégica de Coimbra, la convierte en el asentamiento ibérico más importante del altiplano, junto a la rambla del Judío, controlando el acceso a la cuenca del Segura desde una parte de la Meseta y también las comunicaciones desde el eje Hellín-Minateda hasta el Vinalopó a través del corredor de Pinoso. Este control se reflejaría en peaje sobre las mercancías que transportaran las caravanas que en un sentido u otro atravesasen esas tierras.
      Los habitantes de Coimbra proporcionarían probablemente impedimenta y alojamiento a los viajeros aprovechando estas circunstancias para comercializar sus productos manufacturados, como pueden ser determinados tipos cerámicos, a modo de ejemplo citar las series de oinochoes estampillados, localizados en yacimentos de las actuales provincias de Albacete, Ciudad Real o Cuenca.
Coimbra estaba perfectamente comunicada con los dos grandes ejes que relacionan la parte sudoriental de la Meseta con levante y sureste. La via Heraklea y los caminos que luego quedarán en parte fosilizados en las vías Complutum-Cartagonova y Augusta.
Por otra parte tenía acceso directo a la vega del Segura por el curso delas ramblas del Judío y del Moro.
 Su situación estratégica no viene dada únicamente por el control de las vías de comunicación cercanas, también por la abundancia de recursos naturales indispensables: la riqueza de los suelos, que seguramente serían aprovechados para el cultivo cerealista, los abundantes recursos hídricos, la explotación de los abundantes recursos forestales de la Sierra de Santa Ana y, muy posiblemente, la explotación del esparto. 

EL POBLADO


El Poblado de Coimbra, conjuntamente con el hábitat en torno al Cerro del Castillo (Jumilla), constituye los dos grandes centros poblacionales del altiplano Jumilla-Yecla.
El Poblado se sitúa en el primer tercio de la falda norte y sureste del cerro del Maestre, entre 700 y 825 m. sobre el nivel del mar en un emplazamiento estratégico, dominando las vías naturales que conectan el Altiplano con el Valle del Segura y la continuación de esta vía hacia la Mancha, pasando por el Cerro de los Santos.
Igualmente, a la altura de Coimbra la vía mencionada conecta con la del Vinalopó que comunica la costa alicantina con la Mancha.

Uno de los aspectos más interesantes del núcleo poblacional de Coimbra de Barranco Ancho es su espectacular sistema defensivo. La línea de muralla, sumada a las defensas naturales que venían dadas por su posición estratégica, superaba los 3000 metros de perímetro lo que suponía un espacio intramuros de 54 hectáreas.

El acceso a la muralla se realizaba a través de dos puertas: una de ellas, situada al oeste se encontraba junto al barranco que da nombre al Poblado; por la otra, emplazada al este, transitaba la gente que pasaba por el camino que discurría junto a la Necrópolis del Poblado. Es en este sector donde se ha documentando, tras las excavaciones de los 80, el sistema defensivo prácticamente completo. La puerta de acceso, estaba defendida por dos torres de acceso, flanqueadas por dos casas-fortín adosadas a ambos lados de la puerta que prolongan al exterior el pasillo de entrada. La segunda línea de muralla estaría constituida por los muros de la primera línea de casas, quedando entre ambos una especie de barbacana.
Otro aspecto interesante es el urbanismo del Poblado. Las casas se distribuyen en terrazas, sirviendo de muro aterrazamiento la parte posterior de las mismas.
Las calles van determinando manzanas rectangulares y por lo tanto una planta general del poblado en damero, aunque acoplado a las irregularidades del terreno.
Este sistema permite que las propias calles sirvan de desagüe de la lluvia, siendo conducida hasta la propia puerta del Poblado.
Las calles no debieron estar pavimentadas, siendo estas de tierra apisonada, lo que es habitual en los poblados ibéricos.


Las casas estaban construidas mediante un zócalo de piedra a hueso sobre el cual se sitúa un alzado de adobe, generalmente ladrillos de adobe rojo unidos con barro amarillo.    
Los pavimentos son de tierra apisonada; tan sólo en una ocasión se pavimentó el suelo con grandes lajas de piedra. Las techumbres, soportados por postes de madera, estaban hechas mediante cañas y ramas.
En algunos casos se ha documentado también el empleo de la piedra: por ejemplo, para hacer escalones de acceso a las casas o el basamento en el que se apoyaba el molino instalado en la habitación I.
En las casas se han documentado hogares, con utensilios de cocina, evidenciados por zonas quemadas, en ocasiones circundadas por piedras, y las pocetas y canales, rehundidos en el pavimento o delimitados por muretes.



MATERIALES

Las relaciones del mundo ibérico con los grandes pueblos colonizadores conllevó, entre otras cosas, el empleo del torno, adquiriendo la alfarería una gran relevancia. Gracias al dominio del torno del alfareros y de las diversas técnicas de cocción lograron excelentes acabados en las superficies de sus cerámicas.
Las cerámicas son generalmente monócromas que generalmente van decoradas con motivos rojizos que abarcan una amplia gama que va desde los tonos anaranjados hasta el marrón oscuro; en ocasiones se utiliza pintura blanca o negra, pintura que se aplica a la cerámica una vez cocida y seca.

Las formas son muy variadas y están sujetas no sólo a la funcionalidad, también a la creatividad del alfarero: de este modo encontramos vasos de almacenamiento, cerámica de cocina, vajilla de mesa y vasos de carácter suntuario. Del mismo modo que las formas cerámicas evolucionan, aparecen nuevos motivos que no desplazan a los anteriores, sino que continúan coexistiendo hasta el ocaso cultural ibérico, enriqueciéndose los estilos pictóricos conforme se avanza en el tiempo. Primero aparecen los motivos geométricos sencillos (s. V a.C.), que se reducen a líneas horizontales de distintos grosores y, poco después, la decoración geométrica compleja, evolución de la anterior (fines del s.V a.C) donde se emplea el pincel múltiple formando círculos concéntricos y semicírculos apoyados en franjas horizontales; a lo largo del siglo IV a.C. aparecen las primeras decoraciones zoomorfas, vegetales e incluso humanas cuya expansión llegará a lo largo de los siglos III y II a.C con los estilos Elche-Archena y Oliva-Liria y Azaila.
Las producciones que se encuentran en Coimbra del Barranco Ancho son las siguientes:
Cerámica Ática: Se han documentado más de 120 objetos entre piezas completas y fragmentos entre las dos Necrópolis, la del Poblado y la Senda. Pertenecen a vasos de dos estilos: barniz negro y figuras rojas, siendo las primeras las mayoritarias, piezas que se insertan en el horizonte de las importaciones griegas del siglo IV a. 
Figuras rojas: Se ha documentado una crátera de campana, kylikes de pie bajo, skyphoi y lekythos.
-Barniz negro: Es el grupo más numeroso. Se han hallado:

-Copas: kantharoi (copas de cuerpo convexo más ancho que profundo y cuello cilíndrico muy desarrollado) y bolsales (copa de pie bajo con cuerpo profundo y paredes verticales con borde recto ligeramente biselado al interior).
 -Platos/fuentes:Platos (diámetro mayor de 20 cm), fuentes (diámetro entre 12 y 20 cm) y escudillas (diámetro inferior a 12 cm). Entre estas producciones hemos de estacar los platos de pescado, definido por su labio colgante y cuerpo rehundido que desemboca en una cazoleta central rehundida en el centro del fondo interno; sólo se han documentado dos fragmentos.

+Cerámica campaniense: Se atestiguan exclusivamente en la Necrópolis del Poblado: pertenecen a dos producciones, el taller de las Pequeñas Estampillas y Campaniense A. De las primeras se han recuperado muy pocos fragmentos, de los que destacan el hallado en la tumba nº 46 que se utilizó como tapadera de una urna cineraria, decorada con cuatro pequeñas estampillas en las que puede distinguirse una roseta con botón central y cuatro pétalos.
La cerámica campaniense documentada, la mayor parte de ellas boles de la forma 27L dos de estas formas se han conservado completas, y fragmentos de otras cuatro, sirve precisar la cronología final de uso del último nivel de enterramientos (principios del s.II a.C) al haberse encontrado en estratos superficial y el primero de fuera de tumba.

Cerámica ibérica. Es el tipo de producción más abundante en Coimbra. Son cerámicas hechas a torno, bien depuradas, con decoración que abarca una amplia gama de colores que abarcan desde el anaranjado hasta el marrón pasando por toda la gama del beige. Pueden clasificarse en tres grandes grupos: mesa, almacenamiento y cerámica de cocina.
-Vajilla de mesa. Se caracteriza por su cuidada elaboración con arcillas depuradas, normalmente de colores planos; casi todos los ejemplares tiene decoración pintada con motivos geométricos (Círculos, semicírculos y sectores circulares geométricos, líneas, bandas, olas encrespadas).
Las formas más corrientes, documentadas tanto en las Necrópolis como en el Poblado, son:

Jarras (oinochoes), para contener y servir líquidos; suelen ser de boca trilobulada, asa doble o geminada, en ocasiones con pequeño pie. Algunas de estas piezas tienen decoración estampillada.
-Vasos para beber: copas, vasitos caliciformes.Ensaladeras: recipientes de boca ancha y base plana
Mención aparte merecen los platos  de barniz rojo. El acabado se obtiene mediante un engobe que posteriormente se espátula o bruñe. Su origen se encuentra en las cerámicas fenicias de barniz rojo. En el yacimiento de Coimbra de Barranco Ancho se puede distinguir tres grupos: vajilla de mesa (platos de borde vuelto sin pie, platos con pie), botellitas (vasitos de cuerpo carenado, cuello corto y boca de pequeño diámetro) y grandes vasos (urnas y vasos de almacenamiento).


-Vasos de Almacenamiento: Grandes recipientes que servían, generalmente, para conservar y transportar líquidos y que sin duda serían de gran importancia dentro de la economía ibérica. Entre las formas más frecuentes podemos citar:
 - Cazuelas de boca ancha recipientes que serían utilizados para contener, probablemente, miel y frutos secos. Hay de dos tipos: los de cuello estrangulado, fechables el IV a.C y los de tipo "sombrero de copa", característicos de la segunda mitad del III a.C en adelante. 

-Ánforas: Usadas también como norma general para contener líquidos, suelen ser de inspiración púnica. Entre las documentadas en Coimbra destaca el ánfora de las granadas por su decoración con este fruto.
 toneletes y cantimploras: Usadas para transporte de líquidos; sólo se han conservado algunos fragmentos.
-Cerámica de cocina. Se caracterizan por el acabado menos cuidado de superficie, ausencia, simplicidad y peculiaridad de la decoracion, y la pasta con abundante desgrasante. Las formas más frecuentes es la olla de boca abierta; junto a estos se documentan vasitos geminados, cubiletes de fondo plano y oinochoe que se frabrican con estas pastas de cocina.                       
-Otros objetos cerámicos: Unos objetos cuya función es muy discutida son las mácitas cerámicas. De forma troncocónica o cilíndrica, entre 6 y 8 cm de altura, con base achatada, pudieron utilizarse probablemente como un elemento más de la cocina. Otros elementos son los carretes cerámicos, pesas de telar y las fusayolas.

OBJETOS METÁLICOS

El mayor grupo dentro de los objetos metálicos lo constituye el armamento, piezas documentadas en un amplio número de ajuares de las tumbas. Entre estas piezas destacan las falcatas, espadas de hierro de hoja plana, con filo en uno o en ambos bordes. También se atestigua en algunos ajuares piezas que corresponden a complementos del jinete. Entre estos elementos destacamos el bocado, fabricado íntegramente en hierro, formado por piezas articuladas, muy similar a los actuales.; uno de ellos, completo, se halló en la tumba 55 de la Necrópolis del Poblado. También se ha documentado en esta necrópolis un adorno de metal que iría sujeto por la frontalera, fabricado en plata, y espuelas de jinete.
Otro repertorio importante dentro de los objetos metálicos lo constituyen los adornos. El repertorio de piezas metálicas de hierro y bronce destinadas al adorno documentados en Coimbra del barranco Ancho es amplísimo. Entre ellos destacan las hebillas. Son de forma rectangular o más o menos elipsoidal. La sección suele ser cuadrangular, a veces redondeada por la cara exterior de la pieza.
 Muy abundantes son los anillos, con tipos que varían de las formas más sencillas hasta ejemplares con chatón decorado para utilizarse como sello. Las pulseras y brazaletes son escasos en nuestro yacimiento.

OBJETOS DE ADORNO Y USO PERSONAL
Dentro de este grupo destacan las joyas. Para la confección de estos objetos de adorno, los iberos emplearon oro, plata y bronce, en ocasiones con incrustaciones de piedras semipreciosas o de pasta vítrea.
Entre ellas podemos destacar un colgante de plata en forma de paloma. Entre los adornos masculinos se atestigua en el yacimiento pendientes de oro, anillos de oro y plata, algunos de ellos con chatón repujado con la figura de un animal. También usaron estos materiales nobles como adorno de falcatas o y otros objetos, como los botones de bronce de la funda de una falcata, ambos con nielados de plata.

La pasta vítrea fue utilizada principalmente para hacer cuentas de collar aunque también se empleó para decorar otros objetos; grandes placas circulares adornaban un escudo aparecido en una sepultura de Coimbra. Las cuentas de collar son abundantísimas en los yacimientos ibéricos y del sudeste; su marco cronológico es amplio, aunque su profusión es mayor en contextos del siglo IV a.C en adelante.
También de pasta vítrea son los discos circulares de los que se han encontrado tres piezas. La superficie superior es ligeramente convexa y la inferior plana con diámetro medio de diecisiete a diecinueve milímetros y un grosor de 5 a nueve milímetros. Son de color azul y están decoradas en espiral irregular de color blanco y amarillo.
Igualmente en pasta vítrea se fabricaron los escaraboides hallados en la sepultura 70, uno de ellos adornado con un grifo de tipo griego y el otro con un león sentado sobre sus cuartos traseros.
Otro elemento que aparece en las sepulturas de Coimbra son las pinzas. Se han encontrado en cuatro items. Todas están fabricadas mediante una chapita de bronce, con un ancho que oscila entre 1,2/1.5 cm y longitudes que varían entre los 5 y los 9 cm. Estas pinzas, de depilar, constituyen una herramienta de uso personal, tanto masculina como femenina, aunque con mayor presencia en círculos masculinos en la sociedad ibérica del siglo IV a.C. En Coimbra tres de las pinzas son de ajuares masculinos y una de femenino.

 
OBJETOS DE MADERA Y HUESO

Los objetos de madera son minoritarios en las necrópolis de Coimbra del Barranco Ancho. La mayor parte de las piezas proceden del ajuar más rico e importante del yacimiento, la sepultura 70 localizada en la Necrópolis del Poblado. Los objetos de madera atestiguados son pequeños vasos, cajas, copas, cuentas de collar, placas y restos de otras piezas de uso indeterminado.
La aparición de este conjunto de objetos implica la constatación del uso de la madera en la confección de vasitos y objetos de madera que lo que todo ello implica: el uso de una tecnología de una complicación técnica superior a la del torno de alfarero y la confección de herramientas propias del oficio lo que documenta el alto grado de desarrollo económica que alcanzó Coimbra del Barranco Ancho.
Entre los objetos de hueso destacan los punzones, pequeños objetos alargados, de sección circular u ovoide, acabados en punta y rematada la cabeza, con una rica decoración geométrica, como los hallados en la sepultura 70. Generalmente aparecen asociados a ajuares femeninos.       

Estos punzones pudieron tener diferentes usos: agujas para sujetar el pelo, agujas para coser o perforar vestidos. Otro objeto de adorno son las placas talladas de forma alargada y aristas redondeadas. Todas ellas se caracterizan por tener una decoración incisa mediante círculos y puntos, además de perforaciones circulares.

Otro elemento muy frecuente en las necrópolis ibéricas y de los que se atestiguado muchos ejemplares en los ajuares de Coimbra son los astrágalos o tabas; estas son falanges de ovicrápidos, en ocasiones presentan una o más de sus caras alisadas por abrasión, incluso con perforaciones en el centro. Las tabas serían usados como piezas de juego.

Otros objetos de huesos, menos frecuentes, documentados en Coimbra del Barranco Ancho, son los tres dados que se encontraron en la tumba 43 de la Necrópolis del Poblado; siendola disposición de las caras es igual que la actual.


ESCULTURA

Las fuentes principales para el conocimiento de la escultura son las necrópolis y los santuarios. Las primeras se caracterizan por su monumentalidad y variedad tipológica; las segundas, por su reducido tamaño, además de ser motivo repetitivos y monotemáticos en cuanto a las representaciones: oferentes de ambos sexos y mamíferos, principalmente équidos.
La representación escultórica más importante documentada en Coimbra del Barranco Ancho es el cipo del monumento funerario de la Necrópolis del Poblado, que iría situado muy probablemente sobre la tumba 70, sobre un encachado tumular. Se trata de un bloque prismático de piedra arenisca de 45 cm de base por 90 cm de altura.
 En cada una de sus caras mayores presenta relieves y pequeñas perforaciones cuadrangulares que facilitarían su transporte; igualmente, en su cara superior e inferior tiene una perforación circular que serviría para unirlo a otros elementos arquitectónicos que componían el monumento del tipo pilar-estela.
La escena principal está compuesta por una figura sedente, quizás femenina, que posa su mano sobre la frente de un joven. En las tres caras restantes aparecen esculpidos jinetes, que podrían representar el cortejo funerario. En la mejor conservada se aprecian bien los atalajes del caballo y las vestiduras del jinete; se puede destacar el báculo que lleva en la mano derecha, la tonsura del jinete y la cabeza cortada y el ave de rapiña que pisan las patas derecha del caballo. Otro de los jinetes tiene una actitud muy similar pisando una especie de conejo; el último de los jinetes, en la cara peor conservada, muestra al jinete con la mano derecha en la frente en señal de dolor.

El monumento escultórico en el que se insertaría el cipo estaría compuesto por los siguientes elementos; una base cuadrangular de piedra, con un pequeño resalte en su parte superior, sobre el que se supondría el cipo anteriormente descrito. Encima de él se colocaría la gola con motivos vegetales estilizados. A continuación iría una especia de nacela con representaciones de cuatro figuras yacentes, parcialmente conservadas; dos de ellas pertenecen con seguridad a guerreros, la tercera es una figura yacente con túnica larga de sexo indeterminado y la última falta en su totalidad. Por último, el conjunto se remata con una escultura zoomorfa de bulto redondo.  
Aparte del cipo funerario se documentan otras dos representaciones escultóricas. La primera de ellas, una figura humana, apareció en la zona C de la Necrópolis del Poblado; parece corresponder al tronco de una figura femenina, envuelta en un amplio manto que cae por los hombros recto hasta los pies, siendo el manto totalmente liso. La segunda, una figura zoomorfa, es un bloque tallado en piedra, casi un cubo, aparecido en la zona B de la Necrópolis del Poblado. La parte posterior tiene una talla tosca, apenas se diferencian las patas traseras.  El cuerpo del animal no lleva ninguna talla, incisión o moldura que nos indique si se trata realmente de un caballo como los del Cigarralejo o de otro tipo de cuadrúpedo.

LA ESCRITURA
El alfabeto utilizado en el sudeste peninsular es el ibérico levantino que de los tres alfabetos documentados (ibérico-meridional, ibérico.levantino y greco-ibérico) es el que tendrá una mayor persistencia.
En Coimbra del Barranco Ancho se han documentado grafitos tanto en cerámica como en plomo. Procedente del poblado de Coimbra existe un vaso ibérico con un grafito pintado de lectura dudosa. Parece que el autor copió una serie de letras sin comprenderlas, con un mero sentido decorativo. Otras piezas significativas es el fondo de una escudilla ática de barniz negro con signos comerciales griegos y un fondo de plato ático de barniz negro forma 21 con grafito greco-ibérico.

El hallazgo más significativo en este sentido es el plomo en alfabeto griego hallado en el estrato IIIb de la cuadrícula 0/3/4/7, junto al interior de la muralla en una zona de calle, próxima a una torre que defendía la entrada del Poblado por su acceso principal, esto es, la vertiente oriental al hábitat. Se trata de u a lámina de plomo de 109 por 76 milímetros y un grosor medio de 5 milímetros, que se encontró doblada cuatro veces. La inscripción está grabada en la cara interna, quedando la exterior lisa.

El plomo, posiblemente de carácter económico, puede fecharse a lo largo del siglo IV a.C. 


EL MUNDO IBÉRICO

Las fuentes clásicas denominan iberos, en un sentido geográfico, al conjunto de pueblos que en época prerromana habitan la costa mediterránea y parte del Valle del Ebro, desde el río Ródano hasta Andalucía.

La amplitud del área nos muestra ambientes geográficos y económicos variados, zonas con diferentes sustratos étnicos y culturales y abiertas, en distinta medida, a las influencias que llegarán desde el Mediterráneo oriental y el continente europeo. Esto determinará que dentro de unos rasgos comunes, la arqueología distinga variantes en cuanto a la cultura material y espiritual, dentro de lo que se ha llamado "cultura ibérica".

La cultura ibérica se puede encuadrar aproximadamente desde el 500 a.C hasta la romanización. Durante este período los pueblos indígenas desarrollan unas formas culturales propias bajo los influjos del mundo griego y fenicio púnico. Las formas culturales ibéricas no desaparecieron radicalmente con la conquista romana, sino que algunos elementos pervivirán hasta época altoimperial.

Se realiza en este apartado un recorrido por distintas facetas de la cultura ibérica: la religión, de tipo naturalista, con divinididades poco conocidas, interpretada principalmente por los exvotos aparecidos en los santuarios y en el ritual funerario, sufrirá una sincretización con los cultos y divinidades fenicios y griegos; la economía, básicamente agropecuaria, pero en la que la industria textil, la producción cerámica, el trabajo de la madera y el comercio con los pueblos colonizadores alcanzó un gran desarrollo; la sociedad, fuertemente estratificada, liderada por un caudillo o reyezuelo cuyo poder estaría más o menos limitado por la importancia de una nobleza con un fuerte poder económico y militar; por último, el ejército y la guerra, que testimonia el marcado carácter aristocrático de la sociedad ibérica, que se manifiesta en las luchas tribales, en la participación de los iberos como mercenarios en todas las contiendas que afectan al Mediterráneo en esta época y en que buena parte de los enterramientos masculinos se caracterizan por la presencia casi generalizada de armamento en sus ajuares.

Este recorrido se realiza a la luz de la información que proporcionan los ajuares descubiertos en las diferentes necrópolis de Coimbra del Barranco Ancho (la Senda, del Barranco y del Poblado), un yacimiento enclavado en una región donde las fuentes sitúan a los contestanos, y bastetanos, que será el lugar donde confluirán con más vigor las influencias de los pueblos colonizadores, griegos y fenicio-púnicos.

En Coimbra concretamente la cultura material es predominamente contestana, aunque étnicamente pensamos que pueden ser bastetanos.