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domingo, 13 de noviembre de 2011

ALHAMA DE MURCIA

El término municipal se extiende desde las cimas de Sierra Espuña hasta la cumbre de la Sierra de Carrascoy, atravesando la parte central de la llanura prelitoral murciana conocida como valle del Guadalentín o Campo de Sangonera.

CERÁMICA  ROMANA DE TRADICIÓN IBERICA

EI valle del Guadalentin, por su ubicación y condicionantes geográficos, recoge la presencia de las diversas culturas que poblaron el sureste peninsular, por lo que no es extraño constatar Ia presencia humana en el territorio desde el periodo Eneolitico, con testimonios de las culturas argárica, ibérica, romana, islámica y cristiana, haciendo referencia a la existencia o no, de núcleos de gran relevancia.
La proximidad a la costa y la ubicación en un valle que constituye una excelente vía de comunicación propiciaron los contactos con gentes venidas del otro lado del mar. Así, en las excavaciones realizadas en el casco antiguo de Alhama, dentro de un contexto ibérico, han aparecido cerámicas éticas de barniz negro y un extraordinario ejemplar de copa de cerámica del tipo Gnathiak procedente de la Campania italiana y fechado hacia el siglo III a.C. La presencia romana debió cautivar muy pronto a los permeables habitantes ibéricos que conocieron una temprana romanización y, hacia el cambio de era, se construyo un importante establecimiento termal que propiciara la llegada de gentes con nuevas modas, costumbres, cultos, etc., sin duda, en relación con la población de la cercana Carthago Nova.
 
OLPE
Con la denominación de "olpe" se define en terminología cerámica un tipo de jarro de panza abultada y cuello alto, con una o dos asas, que presenta un hombro generalmente amplio en el que con frecuencia hay espacio suficiente para situar una decoración. El tipo es de clara ascendencia romana, y se debe generalizar como consecuencia de la difusión por el Mediterráneo de determinadas formas de cerámica común de uso doméstico '.
En la costa levantina, el olpe tiene una especial difusión, pues recoge la antorcha de las alfarerías indígenas que declinan a comienzos del Imperio e imprime una tipología peculiar que permitirá el mantenimiento de las tradiciones cerámicas ibéricas hasta el Bajo Imperio.A mediados del siglo I d.C., en los niveles de los yacimientos ibéricos costeros del Levante, se observa un declive acusado de las producciones características del periodo republicano; es decir, se extingue paulatinamente la clásica cerámica ibérica de grandes recipientes, con profusa decoración o con sencillos adornos geométricos, y solo en algunos casos esta extinción
EL OLPE DE ALHAMA DE MURCIA

Una pieza excepcional en Alhama de Murcia°
Conocemos los yacimientos romanos citados a través de los hallazgos de superficie, sobre todo, por numerosos fragmentos cerámicos que nos permiten una aproximación al conocimiento de este poblamiento y su cronología. La aparición de un vaso cerámico, tipo olpe, en la pedanía de La Costera, paraje conocido como Casa de Martín Rodríguez, al pie de Ia Sierra de Carrascoy confirmaba la importancia de este poblamiento romano. Este olpe, forma 19 de la tipología de Abascal Palazons, presenta abundantes paralelos en Ia zona alicantina y afianza el planteamiento de un territorio intensamente romanizado en el que están llegando influencias sociales, religiosas, etc. a través del valle del Guadalentln.
Su tipologia se corresponde con la forma olpe, de labio vuelto al exterior desde su cuello divergente; este ultimo enlaza suavemente con el cuerpo del vaso de perfil ovoide. La base es simple con umbo central, tiene un asa vertical con acanaladura central que se curva en ángulo recto a la altura del labio y apoya directamente sobre él. Como detalle original presenta un apoyo en la parte superior de la misma, quizá de tipo funcional a la vez que decorativo por sus características.
La pieza, fabricada con una arcilla blanda de pasta anaranjada, tiene unas dimensiones de altura total: 303 mm; diámetro boca: 96 mm; diámetro máximo: 190 mm; y diámetro base: 82 mm.
Su decoración ocupa dos zonas claramente diferenciadas por el tipo de  motivos decorativos:
Una primera zona corresponde al galbo de la pieza y esta decorada con motivos geometricos hasta el arranque del cuello. A 56 mm de la base aparecen dos Iineas rectas paralelas horizontales, con una anchura de 8 mm cada una. Este motivo podemos identificarlo con el tipo decorativo A.1.2. de Ros Sala?
Seguidamente, hacia el centro del galbo, presenta una banda de 16 mm de anchura enmarcada por dos Iineas rectas paralelas horizontales, de 4 mm de anchura cada una, identificadas con el tipo decorativo A.2.2. de Ros Sala. Este mismo motivo se repite en Ia parte superior del galbo con las mis- mas dimensiones y características.
La segunda zona corresponde al cuello de la pieza. En este se encuentra el motivo principal y varios motivos secundarios que lo adornan, complementan y rodean. Tras la banda pintada, antes mencionada, aparece un tipo de hoja esquematizada, identificada con el motivo B.3.4.', que alterna con otro motivo indeterminado, el cual consta de una Ilnea vertical dentro de círculos rellenos de color, relacionado con el tipo D.1.°. En el cuello se encuentra, como hemos dicho, el motivo principal: un falo erecto, reflejando con gran detalle el atributo masculino, que se presenta de dos formas: pintado y aplicado, como aparece en casi todas las piezas documentadas en el valle  del Ebro,
La Rioja, León o Caesaraugusta, no cubriendo todo el vaso y limitándose a uno, tres o cinco, diferente a la profusa decoración del de Alhama.
Los motivos secundarios que complementan la representación fálica
son los que denominamos "racimo", colgado o brotando del motivo principal, y puntos o trazos horizontales, de diferente longitud, que rodean a este ultimo y llegan hasta el borde.
Los trazos horizontales aparecen, asimismo, en el asa, con una longitud de 20 mm cada uno.

Paralelos y cronología


La cerámica romana pintada de tradición indígena posee una diferenciación propia, basada en una serie de elementos formales y estilísticos que permiten hablar de estas producciones desde el siglo I a.C. hasta el siglo IV d.C.

Se trata de un grupo cerámico que, por el tipo de arcilla con que están fabricadas, por su forma y por sus contextos arqueológicos, pertenecen al mundo romano, aunque en su decoración aparecen motivos ibéricos pintados de color rojo vinoso.

Los paralelos tipológicos de estos vasos presentan unas características comunes a todos ellos su pasta anaranjada, los motivos, pintados en el color rojo mencionado, de tipo geométrico y vegetal (líneas, bandas, pequeños trazos horizontales, hojas vegetales esquemáticas.") que se distribuyen de igual forma en todas las piezas. Así, el galbo va siempre pintado con líneas o bandas y es el cuello el que recoge el motivo vegetal o figurativo.
EI oIpe de Alhama de Murcia se puede identificar con la forma 19 de AbascaI‘°, que aparece en numerosos ejemplos de estas producciones en cuanto a tipología, no en decoración, como el olpe aparecido de forma casual en Totana, otros ejemplares encontrados en Santa PoIa", La Alcudia, el TossaI de Manises... y las cronologías se sitúan entre los siglos I y II d.C., aunque la perduración de estas producciones esta confirmada en el yacimiento de La Alcudia de Elche hasta los siglos III y IV d.C., apareciendo asociadas a cerámicas grises y sigillatas claras. En este yacimiento se han recuperado varios olpes de la misma tipología, unos con decoración en espirales y lineas onduladas‘2 y otros, con trazos verticales paraIeIos". De todos los olpes pertenecientes al yacimiento ilicitano, existe un ejemplar cuyas caracteristicas Io aproximan al nuestre.
 Se trata de una pieza, menos esbelta que el olpe de Alhama, que presenta un apéndice en el codo del asa y una base alzada sin pie señalado". Otros olpes del Tossal de Manises (Alicante), procedentes de las excavaciones realizadas en los anos 1966-67, son de similares características decorativas, junto a otro depositado en el Museo Provincial de AIicante’“.

En nuestro caso, al no poder asociar la pieza a un contexto arqueológico claro, debido a las características del hallazgo, se realizo una prospección de la zona, recuperando abundante cerámica romana que aparecía mezclada en superficie con cerámica islámica.

EI motivo decorativo representado en este olpe tiene, sin duda, una relación muy estrecha con los cultos fálicos en la Antigüedad, aunque el desconocimiento del hecho religioso hace que se nos escapen detalles que en la espiritualidad de los antiguos debieron ser entendibles por parte de sus usuarios o destinatarios, y que, finalmente, en los siglos siguientes estos motivos llegaran a ser habituales y cotidianos, es decir, meramente decorativos.

Concepto religioso

En el concepto religioso, el culto al falo carece en absoluto de obscenidad y se halla difundido en religiones orientales primitivas (India, Japón, Perú) como símbolo de una energía divina; de esta forma, es venerado como
emblema de poder generativo en la mujer estéril, en las plantas, ganados,
etc. En resumen, es una fuerza fertilizadora del universo, enemiga de la esterilidad, de la muerte y de todos los males.
La mentalidad de los agricultores estableció una analogía entre la siembra y la procreación, el fruto y el nacimiento.
Dentro de la mitología griega aparecen varias divinidades, de carácter fálico, que se pueden relacionar entre si. En efecto, Pan era un dios tutelar de bosques y protector de rebaños y que, además, fecundaba sus ovejas, aunque no penetro en el Atica hasta la época de las guerras médicas·'.
 El falo interviene en el culto a divinidades protectores de la fecundidad agraria y de la procreación, en especial, en el culto a Dioniso. con danzas-procesiones y cantos fálicos.
Los cultos falicos se transmiten al mundo romano y gozan de gran devoción, sobre todo, al final de la época republicana, y están representados por el dios Priapo, el cual es cantado por los poetas" y se convierte en un dios rustico que da fertilidad e los campos y a los ganados, siendo colocado a veces en medio de los cultivos para aportar al dueño riqueza y prosperidad".
En España. desde época ibérica, encontremos representaciones fálicas con significados religiosos y rituales. En Ampurias (Gerona) se conserve un falo gigantesco en la puerta sur de la muralla, fechable en el siglo III a.C. Asimismo, en la pared de acceso al foro de Caparra (Caceres) existe un doble falo, dotado en el siglo I a.C. En Clunn (Aranda de Duero) hay numerosos atributos masculinos representados sobre sillares que en su día debieron ocupar lugares importantes en Ia decoración urbana.
Otros objetos de carácter mágico son, por ejemplo, dos rytones fálicos procedentes de una tumba de Ampurias, fechables entre los años 200 y 49 a.C.. El falo de bronce de Sasamon (Burgos) coronado por una dama y datable en el siglo I a.C. y, por ultimo, tenemos que mencionar los “bronces" que representan el sexo masculino en figuras de varones orantes que se tocan el falo y otros que reflejan un gigantesco falo, como aparece en el Guerrero de Despeñaperros

Concepto apotropaico

EI carácter apotropaico complementa al significado de fertilidad y tiene una importante función protectora sobre campos y viñedos contra pájaros y animales dañinos, ladrones y malas influencias qua impiden al desarrollo del fruto y provocan la pérdida da las cosachas. Existía gran dispersión y proliferación da pilaras con formas fálicas qua se ubicaban por ciudades, calzadas y linderos da campos, aludiendo a asa facultad da propiciar fecundidad, paro también como protector da calles, caminos y actividades comerciales. EI dios Priapo es, como ya se ha dicho, al guardián de los campos (Custos Hortorum) y su imagen as grotesca: dos palos cruzados, una hoz y un gran falo que TibuIo°'·° magnifica como una temible guadaña.
Asimismo, hay que tener en cuenta el valor del falo como amuleto o elemento de protección, siendo venerado como elemento que tenia el poder de  impedir el mal de ojo, y fue un símbolo muy utilizado para proteger el hogar desde época griega hasta Ia Edad Media", donde aparecen en algunas iglesias románicas. En el mundo romano aparecen múltiples ejemplos con el mismo concepto protector. Así, en la fachada de una casa pompeyana se hallaba representado un templete con un falo esculpido, elevado éste a la dignidad de numen tuteIar”. Otro ejemplo, también en Pompeya, es un bajorrelive en travertino que presenta un falo con la inscripción encima y por debajo, lo cual nos atestigua el valor atribuido al símbolo fálico como bienhechor del principio del bien y de la feIicidad°“. lnsistiendo en Ia originalidad propiciatoria del falo, éste aparece en los diversos tipos de tintinnabula o campanillas colgadas de los techos de los comercios, como auspicio de buenos negocios, abundando en la idea como elemento aislado o asociado a diversas divinidades.
Este sentido ritual de estos vasos relacionándolos con una deidad concreta resulta complicado pero en esta línea el más adecuado seria Baco, ya que estos vasos estarían funcionalmente dentro del instrumentum domesticum, destinados a la contención y servicio de líquidos, entre los que el vino seria uno de los principales, en nuestro caso.

En la Contestanía tenemos algunos ejemplos de representaciones fálicas realizadas en bronce y en arcilla.
Es el caso de un colgante fálico de bronce procedente de Los Benaventes (Maria, Almeria), depositado en el Museo Arqueológico Municipal de Lorca°‘, perteneciente a los hallazgos de una vi//ae romana, con una cronología que oscilaría entre los siglos I y IV d.C. También de bronce es el amuleto fálico procedente del paraje denominado Casa de las Cebollas, en Yecla (Murcia), con una cronología de segunda mitad del siglo I d.C. a juzgar por los materiales cerámicos y numismáticos”.

Procedente de Bolbax (Cieza, Murcia), se conserva en el Museo Arqueológico Provincial otro símbolo fálico de bronce fundido, semejante al ejemplar citado de Yecla.
Todos presentan un orificio de suspensión en su parte central y se interpretan dentro de los conceptos, ya expuestos, de fertilidad y protección.
Así mismo, en Begastri (Cehegin, Murcia) apareció un falo de arcilla, de época iberorromana, que según los autores posee el mismo significado de fertilidad y protección citados", o en Aguilas Ia cazuela con el atributo masculino que hemos escuchado anteriormente.

El culto fálico y el vino

Que un vaso normalmente utilizado para contener y servir el vino aparezca decorado con elementos fálicos hay que interpretarlo dentro de todo este mundo de ideas aludido. Y ha de ser interpretado sin una precisión muy grande. Es bien sabido que en las festividades y en las practicas religiosas griegas y romanas Ia libación era un acto de lo mas frecuente. Sabemos de manera concreta que se hacia en las fiestas de Démeter’°, pero el rito de Ia libación y la bebida no necesitaba reservarse a las Hestas. En cualquier rito de culto a Démeter y de deprecación de la fertilidad de hombres, animales o plantas, se hacían libaciones.
Es mas que imaginable que no solo en estas publicas sino también en actos de culto privados, vino y símbolos de la fecundidad estuvieran unidos y que vasos cerámicos como el que estamos comentando pudieran emplearse si estaban a mano. Lo normal, es que se fabricaran con especial atención a las celebraciones publicas, pero una vez en posesión de un particular la religión romana tenia una realización doméstica muy importante y no hemos de suponer un uso ritual festivo publico siempre. Es la razón por la que de la existencia de este olpe no  podemos concluir en buena lógica a la realización de festivales o festividades en el lugar en que fue hallado el vaso.
Ya hemos señalado con anterioridad que no podemos asignar una cronología precisa al olpe de Alhama de Murcia, al encontrarse en un contexto de materiales superficiales que nos hablan de un poblamiento en la zona desde el siglo I d.C. No obstante, sus paralelos tipológicos alicantinos se han fechado entre los siglos II y III d.C., datación que puede ser valida para nuestra pieza. Asimismo, Montanya y Puig, en su periodización de la cerámica ibérica y sus perduraciones en el mundo romano, argumentan que estos olpes deben incluirse en una tercera fase, como piezas romanas con decoración pintada de estilo ibérico, cuya cronología puede situarse entre los siglos I y III d. C".
Basándonos en la originalidad de la pieza manifestada por su decoración de carácter fálico, de la que, por el momento, no conocemos ningún paralelo en el que se haga referencia al motivo fálico relacionado con los que hemos denominado racimos, adquiere una especial importancia por Ia estrecha relación que representa entre el falo como generador de vida y fertilidad y el fruto abundante que se refleja a su alrededor. Resulta clara, además, la importancia de dicha fertilidad como condición para ia existencia y pervivencia de habitats agrarios, tipo villae, de los que encontramos varios ejemplos distribuidos en la margen derecha del río Guadalentin: Venta Aledo, EI Puntal y el Puntal Viejo, en Ia pedania de Cafiadas; Casa de Martin Rodriguez (Iugar del hallazgo) y Torre de lnchola, en la pedanía de La Costera; y La Pita, en la pedanía del Cafiarico. Todos ellos se encuentran en un contexto arqueológico representado por materiales romanos fechables entre los siglos I y III d.C. Añadir, por ultimo, que tienen, dentro del valle del Guadalentin, una ubicación privilegiada al ponerles fácilmente en comunicación con la gran ciudad  de Carthago Nova a través del pasillo natural de Fuente Alamo.