Santuarios
ibéricos
Los santuarios
ibéricos, Collado de los Jardines, Castellar de Santisteban, Nuestra Señora de
la Luz, al igual que el Santuario del Cerro de los Santos, indican un grado de
religiosidad muy primitivo, parecido al de Etruria, Roma y Grecia arcaica,
donde se ofrecían exvotos a los dioses, para obtener favores tangibles, materiales.
No debió haber sacerdocio en estos santuarios, sino unos santones encargados de
depositar los exvotos en zanjas. La mayoría de los exvotos no representan a
dioses, pues no van acompañados de sus atributos. De algunas figuras cabe
dudar, que podrían representar a diosas femeninas. Las actitudes culturales
representadas en los exvotos son las mismas que las del Oriente, e indican un
fuerte
influjo de la religiosidad Oriental sobre la
ibera. Los santuarios iberos estaban dedicados a deidades o genios de contornos
no muy bien definidos, pues no se les representa.
El santuario de la Serreta de Alcoy estaba
dedicado muy probablemente a una diosa de la fecundidad, como indica la
terracota de una dama entronizada con dos niños.
Los santuarios ibéricos eran parecidos a los
tesoros griegos, donde se almacenaban los exvotos. Tres santuarios están
levantados en lugares elevados, Cigarralejo, Cerro de los Santos y Serreta da
Alcoy, como los santuarios cananeos y, otros, Castellar de Santisteban, Collado
de los Jardines y Eremitorio de Nuestra Señora de la Luz, junto a cuevas,
fuentes o parajes abruptos. El agua desempeña un papel importante.
La religiosidad ibérica tuvo, a juzgar por los
datos porporcionados por los santuarios, un gran conservadurismo. Es una religión
nacional y naturalista.
Tiende a la conservación del individuo. Se ha
pensado que el origen de estos santuarios haya que buscarlo en los exvotos de
origen fenicio, como el citado Guerrero de Medina de las Torres, s. VII-VI a.
C, que después se copiaron representando a los simples oferentes como exvotos
de tipo standard.
La característica
del santuario del Cerro de los Santos es que los exvotos eran de piedra. En
este sentido, a juzgar por la llamada Gran Dama Oferente, fechada en el s. IV
a. C , y alguna otra escultura, habría ofrendas de líquidos, también
confirmadas por algún exvoto de bronce. Un guerrero bailando representa un
bronce del Collado de los Jardines, posiblemente se trata de una danza
religiosa, que al igual que las libaciones, formaba parte del ritual. La
existencia de estas danzas sagradas guerreras está confirmada por la pintura de
un vaso del Cigarralejo, s. IV a. C, con una procesión de guerreros, con
máscaras.
Los guerreros van acompañados de un tocado de
aule y un segundo de lira. Es probable que la danza oretana, en la cual bailan
cogidos los danzantes de las manos, o la edetana de Liria, de época helenística
avanzada, donde alternan grupos de hombres y de mujeres cogidos por las manos,
precedidos de un varón y dama aulista, sean de carácter religioso, pues la
danza en principio es un ritual religioso, muy usado entre los semitas en las
solemnidades religiosas (Sam. 6. 5. 14. 16; 1 Par. 15. 29).
Los fenicios introdujeron otros objetos de culto
traídos del Oriente, como los quemaperfumes, que han aparecido en el Cerro del
Peñón, datado a finales del siglo VIII o a comienzos del siguiente; en
Cástulo,a principios del siglo VII; en el Sur de Portugal, finales del s. VII;
en la Joya, s. VI; en Puig des Molins, finales del s. VII; en el Bajo
Guadalquivir, s. VII-VI; en Despeñaperros, y en Jaén, s. VI-V Su número elevado
indica que su uso se generalizó. Quemaperfumes se representan sobre la pátera
de Tivisa de época helenística y en cerámica de Azaila. Estos son ya de tiempos
helenísticos y siguen modelos de Apulia. Otro tipo de pebeteros, de forma
totalmente diferente, han aparecido en la costa ibérica, desde Enserune hasta
Málaga. Son de época helenística.
Representan una cabeza femenina, que se suele
interpretar como Demeter. cuyo culto aceptaron los cartagineses después del
desastre ante Siracusa del 396 a.C se han hallado en poblados (Ullastret, Puig
Castellar, Turó de Can Oliver, Castellet de Banyoles
y Villaricos, donde se recogieron más de 100
ejemplares), en necrópolis (Ampurias y Albufera) y en santuarios púnicos (Es
Cuyram). También se han hallado en Cartago, Tamuda, etc. La máscara humana es
de tipo griego. En la costa valenciana (Millares,
Carcagente, Requena, etc), se han localizado una
serie de cuevas santuarios, aun abiertas al culto en época romana imperial. Se
depositaban ofrendas de vasos cerámicos, anillos, monedas, etc.
Instrumentos
de Culto
Se concocen otros objetos de culto, como el
mango de un puñal votivo, con representación de un varón, que se dispone a
sacrificar un cordero, aparecido en Jaén y unos cogedores, que debían emplearse
para recoger las cenizas de los sacrificios. Serían badillas utilizadas en el
culto. Se conocen en la religión judía. Están citadas en las Sagradas
Escrituras [Lv. 10.1.12.16; Nm. 16.6). Un ejemplar hallado en
Murcia tiene las paredes caladas y adornadas con esfinges, ciervos y caballo.
En una segunda pieza del MAN de Madrid, cinco ciervos decoran las paredes
caladas.
Un objeto de culto, utilizado probablemente en
las libaciones, es un kernos de Illici, con vasos, todo ello recubierto de
animales, alrededor de una máscara, posiblemente de Tanit.
En Tivisa ha
aparecido un conjunto de vasos y páteras que siguen modelos helenísticos,
fechados en el s. III a. C , que fueron objetos de culto. Una de las páteras
lleva figuras aladas alrededor de un candelabro.
Mitos
Quizás un mito ibero se esculpió en los relieves
de Pozo Moro, donde banquetean unas figuras humanas con cabezas de animales,
que al parecer se disponen a comer un jabalí y un niño. Según A. Blanco son
figuras, que imitan seres de la religión egipcia, conocidos por objetos
egipcios traídos por los fenicios o por amuletos como el de Vélez Málaga, del
siglo XIV-XII a. C. con una representación de Anat y un varón con cabeza de
animal.
La lucha con la Quimera se representa en un
relieve de Pozo Moro. En un bronce de época helenística de Illiturgi se
representa muy probablemente el mito griego de Hércules en lucha con Tritón,
mito
que debieron traer los griegos al Occidente.
Precisamente en Occidente se llegó a localizar algunos mitos griegos, del ciclo
de Heracles, como la lucha de Heracles con Gerión, con Anteo y el Jardín de las
Hespérides.
Quizá en la religión ibera existían mitos de
gigantomaquia, representados en un vaso de época helenística hallado en Caudete
de Las Fuentes. En Obulco se representó en un grupo una gripomaquia en la mitad
del s. V a. C.
Animales Fantásticos
Los fenicios
introdujeron en Occidente una serie de animales fantásticos, que gozaron de
aceptación entre los iberos, que probablemente recibieron culto o fueron
grabados como amuletos, como las esfinges de los Villares de Andujar, debajo
del sol, del s. VIIVI, que pudo ser un símbolo de Astarté, y de Cástulo; los
grifos también se conocieron a través de los fenicios. Se les representó en el
cinturon de la Aliseda y en marfiles de Carmona, pero aqui no tienen carácter
religioso. Un grifo sobre palmeta de cuenco se encuentra en el cinturón de la
Aliseda. Es probableque tenga un carácter apotropaico.
Después del período tartésico estos animales
alcanzaron un gran predicamento como lo indican las esfinges de Santo Tomé
(Villacarrillo), del Llano de la Consolación, de Agost, de Bogarra y del
Salobral.
En alguna de ellas el influjo griego es
manifiesto. Sirenas de carácter funerario han aparecido en Jódar y en Obulco,
que se deben probablemente a influjo griego y lo mismo que los grifos de
Redovan y de Elche.
Una soberbia
cabeza de grifo ha dado Obulco. Es posible que algunas de estas figuras
tuvieran carácter funerario y estuvieran adosadas a las puertas de monumentos
funerarios o que coronaran pilares de origen griego.
Toros
Sagrados
Un texto de Diodoro (4. 12. 2) habla de la
sacralidad de las vacas, descendientes de las que Heracles regaló a un
reyezuelo, que ayudó a robar el ganado a Gerión. De sus crías se elegía la
mejor para sacrificársela a Heracles. Del texto de Diodoro no se desprende
claramente la existencia de un dios toro entre las poblaciones hispanas. Es
posible que el toro en la religiosidad hispana tuviera el mismo carácter que
entre los judíos y que fuera traido por los fenicios, donde los toros se ponían
en los santuarios judíos, como trono de Yavhé, no en calidad de dioses; pero
más probable es que el toro entre los iberos, como entre los cananeos, fuese asociado
a determinados dioses y que fuera, como es en Israel, símbolo popular del dios
cananeo Baal y estuviera vinculado
a los cultos de la fecundidad.
Es probable que pudieran representar, como en
Oriente, al dios de la tormenta del cielo. El toro de Obulco del s. IV a. C. de
tan fuerte influjo oriental, debió ser una imagen de culto, al igual que el
toro en terracota del santuario de Cástulo. Este toro es probable que sea el
símbolo de algún dios, traido por los fenicios, se le llama El, o el
dios de la tormenta Hadad. Quizás se pasara de un símbolo
a un dios toro, ya que el ganado bovino era muy abundante en Hispania (St. 2.
3. 2. 4.). Es probable que en Despeñaperros, Los Órganos, hubiera, al igual que
en Chipre (Ayia Irini y Kition), mascaradas, en las que los devotos se cubrían
la cabeza con bucráneos, como parece indicarlo una pintura. Toros androcéfalos
se documentan en la llamada Bicha de Balazote, del s. IV a. C. que formó parte
de una
puerta y en las monedas de Sagunto, rodeados de
símbolos astrales. En Grecia el toro androcéfalo, muy representado en monedas
en Sicilia, es la personificación de una divinidad fluvial, llamada Aqueloo,
que quizá existió también en Hispania, introducida por los griegos en
Occidente. Su culto gozó de gran aceptación en Sicilia, La Magna Grecia, Asia
Menor, etc.
Culto debieron recibir las cabezas de toros de
Costig, en las Baleares, fechadas en época helenística, que se descubrieron en
un templo. Un toro, que fue objeto de culto, s. I a. O, es el bronce hallado en
el templo de la acrópolis de Azaila. Lleva un signo astral sobre la cabeza.
Una
comparación de la religiosidad ibera y turdetana con la de la Hispania
indoeuropea en la etapa prerromana arroja mucha luz sobre ambas.
Culto
al sol
Estaba muy extendido entre las poblaciones de la
Meseta. Representaciones del sol son frecuentes en las urnas de las Cogotas, lo
que indica su vinculación con la ultratumba y sobre las espadas, donde serían
amuletos. Placas con figuras del sol han aparecido en las necrópolis de La Osera,
de Chamartín, de la Olmeda y de Atienza. En Las Cogotas se han hallado figuras
del sol sobre el barco oceánico, que aparecen también en las espadas. Sobre una
espada de La Osera, varios cuerpos guerreros sostienen el emblema solar.
En Calaceite apareció un caballito de bronce
entre dos discos solares, que sigue un modelo de otra pieza gala.
Danzas religiosas
Estrabón (3. 4. 16) habla, según se indicó, de
un culto a la luna, con danzas ante las puertas de las casas hasta el amanecer.
Una danza ritual es la representada en la
diadema de San Martín de Óseos, en la que marcha una procesión de jinetes con
cascos de cuernos, escudos y puñales, entre los que caminan hombres con
calderos.
Hay probablemente también caballos que devoran
peces. Quizá aqui se representen los juegos gímnicos, hoplíticos e hípicos, los
ejercicios de pugilato, de carrera, de escaramuzas y de batallas, recordados
por Estrabón (3. 3. 7). Una danza sagrada vinculada con el culto al toro se
representó por dos veces en pinturas de Numancia, en las que dos varones corren
con los brazos enfundados en cuernos de toro. Silio Itálico (3. 346-350)
recuerda la mántica galaica obtenida, como la etrusca, del higado de las aves,
y de los relámpagos y los rituales, que consistían en chocar a un ritmo determinado
los escudos y golpear la tierra con los pies.