La Solaneta de Nutxes es un yacimiento conocido
de antiguo que ha sido referido por diversos autores. Las
primeras menciones corresponden
al Padre Belda, quien prospectó el lugar y publicó un somero estudio de las
estructuras y los materiales. señalando algunas características de interés como
son la posible existencia de restos de un alfar.
Antiguamente, la actual ciudad de Xixona era llamada Uxonig que en lengua de los
íberos contestanos significa Valle del Hierro.
Existen interesantes referencias a la
explotación de hierro en Xixona que, tal
vez, se puedan relacionar con la cita de E. Llobregat (Llobregat, 1970) sobre
la existencia de minas de este mineral en
la sierra de Aímaens, siendo el hierro uno de los grandes
portagoistas de la Zona.
La Solaneta de Nutxes
presenta, a tenor de los materiales recuperados, una amplia perduración
temporal, pues se encuentran testimonios materiales de la Edad del Bronce, la Época
ibérica, Romana y Medieval,
aunque sin que se pueda establecer una continuidad clara. La
mayor parte de los materiales son adscribibles a época
ibérica.
Entre la cerámica ibérica,
la más frecuente es la pintada. De
este tipo encontramos abundantes decoraciones bícromas a
base de bandas y filetes así como otras con decoración pintada a base de
motivos
geométricos simples como líneas y círculos
concéntricos. La cerámica bícroma está representada por platos, páteras, vasos
cerrados y vasos de ala vuelta al exterior.
Las formas que encontramos
con decoración monócroma son tinajillas,
cuencos. pequeños pomos o copitas, platos de ala exvasada o tinajas. Junto a la
cerámica ibérica pintada aparecen también la cerámica común, sobre todo tinajas
y tinajillas, ánforas ibéricas, algunas con el típico escobillado en el hombro,
cerámica gris o de cocina. Los paralelos más cercanos a estos tipos cerámicas
los encontramos en el Puig d'Alcoi (Rubio Gomis, 1985) o el Puntai
de Salinas.
Hay que reseñar que la cerámica ibérica de la
Solaneta tiene unas características técnicas muy homogéneas como son la
depuración y coloración castaña de las pastas, el alisamiento
de las superficies y el cuidado de su acabado.
Todo ello confiere a las
piezas un aspecto de gran calidad.
Entre los materiales importados destaca la
presencia de cerámica ática de barniz negro, con la presencia de una base de
bol con decoración de palmetas entrelazadas y otros fragmentos
indeterminados. También encontramos fragmentos informes de ánfora acanalada,
cuyo tratamiento exterior y las pastas permiten adscribirlo a producciones
ebusitanas.
Estos materiales permiten adscribir la ocupación
ibérica a un momento correspondiente al periodo ibérico antiguo, como nos
permite suponer la presencia de cerámicas grises y bícromas,
y pleno del s. IV a C. o, al menos, hay que situar en este momento el mayor
auge del poblado de época ibérica.
No es descartable una posible perduración en
momentos posteriores, tanto ibéricos como romanos, pues la existencia de
algunos materiales imperiales de tipo tema sigillata
en las laderas más bajas del cerro parecen
indicar una perduración de la ocupación de Nutxes, aunque con un cambio de
patrón de asentamiento, ya que desde el cerro se
pasa a ocupar el llano inmediato.
En la Solaneta de Nutxes, la posición del
yacimiento, con más de 100 m sobre el
nivel de base, es claramente dominante sobre un nicho ecológico bien delimitado
y con abundancia de tierras y agua; de hecho, la cuenca alta del río Coscó será
constantemente poblada a lo largo de la historia y es en
época ibérica cuando sin duda vivió uno de sus episodios más brillantes. A
falta de excavaciones, en el poblado se puede advertir una continuidad de
materiales que llegaría hasta el s. IV por lo que resulta aventurado
calcular su extensión en época antigua; restos constructivos se localizan en
más de 1 Ha pero quizás reflejen la fase álgida de época plena.
Poco podemos señalar de su urbanismo. Los muros
visibles siguen las curvas de nivel creando terrazas que debieron servir de
asiento a las distintas casas. Además, el
padre Belda cita el hallazgo de un horno, en una de sus exploraciones
arqueológicas por la comarca.
Por su parte, P. Moret (1996) define como
muralla un recio muro de 0'80 m que encierra la meseta superior; tal
vez sea una fortificación, tal vez
una terraza más.
Por último, destaca la orientación de las
visibilidades más amplias: al sureste,
controlando un tramo del camino que se dirige hacia el port de Benifailim por
la vall de La Torre, y al sur, abriéndose a los llanos que conducen hacia el
litoral, llegando a verse el mar en el tramo comprendido entre la playa de San
Juan y la sierra Grossa, en Alicante.
Cerca de allí se encontró el poblado de Santa
Bárbara que
fue descubierto
y prospectado por el Padre Belda que publicó algunas notas sobre los materiales
del lugar, referencias que fueron recogidas
posteriormente en otros trabajos (Llobregat, 1972).
En el Museo Arqueológico Provincial de Alicante se encuentra
depositado un amplio conjunto de materiales compuesto por cerámica ibérica
pintada, la más abundante. Entre la
que encontrarnos platos de base anular, platos
con bordes reentrantes o de labio exvasado, tinajas y tinajillas de borde
exvasado y moldurado y fragmentos de borde de kalathos de ala
plana. Entre las decoraciones destaca, por su abundancia, la geométrica con
motivos a base de bandas, fletes y
círculos concéntricos. También está presente la decoración vegetal e incluso
varios fragmentos con posible decoración de estilo
figurado Elche-Archena. En cerámica común
encontramos platos, tinajas, kálathoi, un
mortero y una boca de jarro completa.
Son muy abundantes los fragmentos de ánfora ibérica y esta representada, aunque de forma escasa, la cerámica de cocina. También encontramos un posible fragmento de terracota y algunas escorias de hierro.
La cerámica de
importación está representada por fragmentos informes de ánfora itálica y
púnica, de esta última procedencia encontramos dos bordes de ánfora
reconocibles, uno de tipo Maña C y otro PE 16 6 17. La
vajilla fina de importación está compuesta por fragmentos
informes de cerámica de barniz negro campaniense A tardía y beoide.
Entre el material no cerámico destaca una moneda
de Saiti, un
característico As uncial con cabeza laureada en el reverso y jinete lancero en
el anverso, típica pieza de la ceca ibérica setabense que puede datarse con
fiabilidad hacia la mitad del s. II a.c.
El conjunto de materiales nos permite ubicar el
asentamiento en el periodo ibérico final, entre
los siglos II y I a.c.
No obstante, la presencia
de algún fragmento informe de cerámica ática de barniz negro nos induce a
pensar que pudo darse una frecuentación del lugar en algún momento del s. IV
a.c.