Polibio es el bastión sobre el
que se ha apoyado la mayoría de los autores que defienden, mediente las
fuentes, la presencia de cartagineses en la Península Ibérica: en primer lugar
por sus dos pasajes sobre los tratados entre Cartago y Roma para regular el comercio
en el Mediterráneo, y en segundo por exponer implícitamente (según algunos
autores como ahora se verá) el regreso de los Cartagineses a la Península
Ibérica con el advenimiento de los Bárcidas, es decir, defiende la tesis de una
presencia cartaginesa en la Península anterior a la llegada de Amílcar Barca.
Hubo más riquezas en la Península que pudieron interesar a los comerciantes
cartagineses como la pesca del atún, esturión, murena y escombro. Esto unido a
las salinas que nunca faltaban en las cercanías de sus establecimientos o
factorías, dio origen a una importante industria (en su sentido más genérico)
de salazón y salpesado que pudo atraer las intenciones comerciales de algún
cartaginés. Cabe hablar por último de las ventajas que ofrecía su situación
geográfica puesto que al estar abierta hacia el Atlántico era una zona
protegida de la penetración extranjera por el oeste, lo que permitió a puertos
como Cádiz que se constituyesen en bases excelentes para partir a zonas lejanas
en busca de minerales preciosos. . Las fuentes nos documentan además otro tipo
de contactos ajenos a un interés directamente comercial entre los cartagineses
y los indígenas de la Península. Los primeros se producen a raiz de la
participación de estos últimos como mercenarios, especialmente en las guerras
greco-púnicas de Sicilia . Este hecho, documentado desde el año 480 a.C. en la
Batalla de Himera, no debe inducirnos a pensar que los territorios donde se
reclutaban estaban bajo el dominio cartaginés, porque la promesa del botín era
lo suficientemente fuerte como para atraerlos de cualquier parte de la
Península a los puntos de reclutamiento . Ello prueba, en mi opinión que
Cartago no quería mantener el papel pasivo en la Península Ibérica mientras sus
ciudadanos desarrollaban el activo, y que en realidad trató de beneficiarse
ella misma de la riqueza peninsular. Las fuentes nos documentan exclusivamente
los contactos de la metrópolis con la Península para la obtención de
mercenarios. Por ello, pretender por mi parte la defensa de que Cartago como
entidad política había ido más allá de esta relación me parece excesivo en
estos momentos. No obstante, es una posibilidad que no cabe despreciar a causa
de lo expuesto.
A partir
del siglo VI a.C., Cartago comenzará a crear el tipo de imperio que más podía
beneficiar a la aristocracia. Si esta clase basaba su potencial económico en el
comercio, es lógico suponer que más que un extenso imperio territorial de
posesiones, lo que más interesaba era la posesión de un imperio comercial. Cabe
hablar, por ello, de la dualidad de posturas historiográficas respecto al tipo
de imperio que se formó. Por un lado, María Eugenia Aubet y Ruiz Mata defienden
la tesis referente a la existencia de un imperio dirigido desde la metrópolis .
Por otro, González Wagner, opina que como parece ser que no existió un aparato
administrativo imperial en Sicilia, Cerdeña o la Península Ibérica por parte de
Cartago, no se puede hablar por tanto, de un imperio en el sentido de los
grandes imperios territoriales asiáticos. José Manuel Roldán se manifiesta en
el mismo sentido . Sin embargo, el término imperialista es lo suficientemente
ambiguo como para aplicarlo a su política proteccionista en el Mediterráneo .
Además, la existencia de un imperialismo directo supondría que cada ciudad que
entrase en su órbita comercial abandonaría poco a poco sus particularidades,
hecho que como demuestra la arqueología, no sucede . De esta forma, ofrece la
alternativa de hablar por parte de Cartago de un imperialismo indirecto con un
motivo principal: el empeño de la aristocracia en el expansionismo comercial .
Y en esta causa se debe englobar el sometimiento de la Península Ibérica a su
radio de acción. Desde mediados del VI al III a.C., fin de la II guerra púnica,
los cartagineses estarán presentes en la Península. La política cartaginesa es
algo diferente a la aplicada por los fenicios. Mientras que éstos habían
establecido colonias con un fin comercial y económico, los púnicos, además de
explotar la riqueza, aplicarán una política militar creando centros que les
permitan el control del Mediterráneo. Así surgirán Cartago Nova y Ebussus.
En la P.Ib., para entender la
colonización púnica, contamos con la información procedente de la ciudad de
BARIA (hoy Villaricos – Almería). Las excavaciones han permitido constatar una
zona de hábitat y una necrópolis, es el yacimiento más importante de la P.Ib.
en cuanto a la información que proporciona. Está vigente desde mediados del VI
hasta el III a.C. El lugar ha sido escogido no sólo por las minas de la zona de
Herrerías, sino también para explotar otra de las industrias más importantes:
los salazones. En esta zona se han encontrado un gran área industrial para la
producción de garun.
En las necrópolis, en la etapa púnica, la inhumación
es el rito funerario mayoritario. En Villaricos se han encontrado tanto
inhumaciones como incineraciones. Incineración: se excavan pozos rectangulares,
con una urna cineraria en uno de los extremos, y en el lado opuesto se situaba
el ajuar funerario. También se ha constatado un foso de planta rectangular con
una zona de ensanche en la parte media que lo divide en dos zonas: la funeraria
(interior) y la zona de ensanche (cerrada con lajas). Sobre estas lajas se
dispone el ajuar.-Inhumación: fosas excavadas en piedra pero recubiertas las
paredes de la fosa mediante arcilla o yeso. Un segundo tipo son las cámaras
funerarias hechas con mampostería precedidas de un pasillo o dromos. Este mimo
tipo lo encontramos en otra necrópolis en la zona de Cádiz, extramuros de la
ciudad donde se excavaron los famosos hipogeos y donde se constató la
alternancia de ambos ritos. Destaca dentro de la inhumación los sarcófagos.
En Cádiz se han encontrado sarcófagos antropomorfos
con la parte superior como si se tratara de una máscara. Durante mucho tiempo
se pensó que era el retrato del difunto. Están fechados en el siglo IV a.C.
y monolíticos
CULTURA MATERIAL
Proviene fundamentalmente de los ajuares
funerarios. Cambian respecto a los de la fase fenicia. Se introducen las
cáscara de huevos de avestruz, trabajadas como si fueran recipientes cerámicos.
Los cascarones aparecen decorados con pintura roja, no sólo con bandas sino
también con motivos iconográficos, geométricos principalmente pero que también
hallamos motivos florales.
La otra característica es la cerámica. La cerámica púnica puede
ser:
1.
Toda hecha a torno.
2.
No utiliza el engobe rojo, sino que suelen ser
pastas de color claro (beige o naranja).
3.
Presentan decoraciones geométricas o totalmente
lisas, sin decoración.
4.
En cuanto a las formas la cerámica púnica se
caracteriza por tener una base totalmente plana.
Entre las formas cerámicas decoradas
están los platos y los cuencos. Los platos también son diferentes a los
fenicios (labio muy ancho, diferencia de la base y del labio). Aquí no hay
diferencia entre base y labio, y la base es más honda. La decoración se realiza
o bien con pintura roja o bien marrón. Suelen ser líneas o bandas. En los
cuencos la decoración va en el interior, mediante bandas decorativas que forman
círculos concéntricos. Otra forma típica son jarras con boca trilobulada,
inspirándose en la forma de los oinochoes griegos. Las jarras trilobuladas
suelen tener unas representaciones circulares como si fueran ojos. La otra
información nos llega de los santuarios, de los cuales los más importantes
están en Ibiza, en Isla Plana y en la cueva del Puig des Molins. Estos
yacimientos nos han proporcionado dos tipos diferentes de pequeñas estatuillas
hechas en terracota, que además forman el escaso testimonio de escultura menor
de la cultura púnica.
En Isla Plana se ha documentado hasta 30
figuritas que responden a un mismo esquema. Están hechas con terracota,
utilizándose moldes, y que representan a figuras masculinas o femeninas, en las
que los rasgos anatómicos, fundamentalmente la cara, se realizaban mediante
pegotes de terracota o hundiendo los dedos para señalar los ojos. No se
conservan restos de policromía en ninguna de estas figuras.
En Puig des Molins se han encontrado una
mayor variedad de exvotos que corresponden a tres tipos:
- egipcio
- cartaginés
- helenístico.
Se ha constatado además que se utilizó o
bien moldes o bien algunos hechos a torno, y los menos a mano. Suelen llevar
estas figuritas algún aditamento metálico, o bien pendientes o bien anillas que
colgaban de la nariz.
Otra característica de Puig des Molins es
que la parte frontal está muy trabajada, mientras que la parte posterior está
prácticamente sin labrar. Se piensa que estaban colocados en el santuario
pegados a la pared. Muchos de ellos conservan restos de policromía en colores
rojo, azul y blanco. Se cree que había alguna fábrica de exvotos cercana dado
el carácter tan repetitivo de los mismos. No respondían a un gusto formal sino
que obedecían a unos prototipos establecidos. Los más antiguos son los de tipo
egipcio. Prácticamente son máscaras que representan cabezas, tanto de varón
como mujer. Muchos de ellos presentan la peculiaridad de unos orificios en los
cuatro extremos, como si hubieran sido fijados o expuestos sobre algo. El tipo
cartaginés representa pequeñas figuritas de cuerpo entero, en distintas
actitudes. La más habitual es de la de orante u oferente. Pueden estar
totalmente desnudos o vestidos con algún tipo de túnica. Pero lo más
característico es que suelen ir tocados con un gorro cónico aderezado con
grandes pendientes y collares con distintos tipos de colgantes.
El tipo helenístico refleja muy bien la
influencia de la escultura e iconografía griega. Hay una mayor variedad. Hay
figuras tanto masculina como femenina, de orantes y oferentes, pero incluyen
elementos nuevos:
- figuras
entronizadas
- el
tipo de tocado, aunque cónico , es más sencillo.
Aparecen también los bustos, que se
consideran los más tardíos. Se asemejan mucho a cualquier escultura existente
en esos momentos.
Las acuñaciones púnicas también nos
informan de la cultura material. La incorporación tanto de púnicos como
fenicios a la acuñación será más tardía frente a las griegos (s. VII-VI).
Emporion la hará a mediados del V. Los fenicios orientales no se incorporan
hasta el siglo V, y Cartago se incorpora a mediados del V. La acuñación de
moneda púnica en la P.Ib. se produce en un momento bastante tardío. Gadir será
la pionera en hacerlo a primeros del III. Son monedas de plata que siguen el
patrón monetario fenicio-púnico (el shekel, que proviene del ciclo). Estas
primeras monedas utilizan una iconografía de carácter púnico pero siguiendo una
corriente helénica. En el anverso aparece la divinidad tutelar: dios Melkart,
pero representado de forma helénica, como un Herakles, con la piel del león de
Nemea y una maza). En el reverso se hace referencia a la economía básica de la
ciudad: los salazones (un atún), y la leyenda, en caracteres púnicos, y no solo
figura el nombre de Gadir, sino que va precedida de la expresión "obra de".
Junto con Gadir la otra ciudad
que iniciaba acuñación de moneda es Ebussus. Emite también en plata (shekel) y
el motivo es el dios Bes. También se acuñan las monedas hispano-cartaginesas,
hechas por los cartagineses desplazados a la Península Ibérica, y que van a
servir durante la II guerra púnica para pagar la soldada. Es pues una ceca
militar. Todas son de plata, aunque también las hay de bronce. Su tipología
está inspirada en las monedas de Cartago: Anverso: una figura masculina del
dios Eshmun, Reverso: un caballo delante de una palmera. Son monedas
totalmente anepígrafas y acuñadas en distintas zonas en función del movimiento
del ejército. Otras monedas tienen como tipo: Anv) dios Melkar Rev) un elefante
(símbolo del ejército de los bárquidas) Anv) una cabeza femenina de forma
helenizada: diosa Tanit Rev) el caballo, acompañado de símbolos astrales.