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viernes, 11 de noviembre de 2011

Las importaciones


El horizonte de importaciones

La presencia de abundantes cerámicas importadas entre el ajuar funerario, ya sean áticas, campanienses o de algunos de los talleres esparcidos por el Mediterráneo Occidental y que operaron entre los s. III y II antes de nuestra era. Éste es sin duda el criterio más fidedigno y ha permitido a distintos especialistas datar las sepulturas más antiguas en el segundo cuarto del s. IV a. C. Si bien existe algún objeto de importación algo más antiguo, su asociación a cerámicas áticas, ya sean de figuras rojas o vajilla de mesa de barniz negro, de inicios o mediados del s. IV, hacen que se le aplique a todo el conjunto, como fecha de deposición, la más reciente.
Otra de las contribuciones de El Oral ha sido la de haber podido caracterizar un conjunto de importaciones que hasta ahora se conocía por hallazgos submarinos casuales, o procedentes de excavaciones pero igualmente carentes de contexto .
En El Oral se han documentado ánforas griegas -massaliotas, corintias B, quiotas- junto con etruscas y fenicio-púnicas de la zona de Cádiz -las Tagomago o tipo Mañá-Pascua1 A4-, todo ello asociado a una vajilla de lujo compuesta únicamente por cerámica ática de barniz negro y posiblemente figuras negras tardías.
Este horizonte se va confirmando y completando a medida que aparecen nuevas memorias de excavaciones, por ejemplo, en el recientemente publicado poblado del Puig de la Nau (Benicarló, Castellón), además de 4 ánforas massaliotas sus excavadores hablan de una imitación indígena de ánfora massaliota, que podría tratarse más bien de un ejemplar «jonio-massaliota».
Si a los hallazgos de El Oral sumamos los de su necrópolis, El Molar, tenemos un conjunto que se aproxima al horizonte de importaciones que a lo largo del s. A C presentan lugares tan significativos como Ampurias, Málaga, Huelva y la zona de Cádiz. La cantidad total de importaciones en El Oral y su necrópolis son lógicamente más reducidas -como era de esperar en un centro de menor importancia-, sin embargo, al comparar porcentajes relativos con los yacimientos citados no se aprecia la recesión económica atribuida al final del período orientalizante, ni siquiera la pérdida de valor de algún producto sobre el resto: la vajilla de lujo es sólo ática y llega en escaso número continuando así el comportamiento comercial que se anunciaba a principios del s. VI a C ; las ánforas griegas son asimismo pocas, hecho que va en consonancia con el uso elitista que se atribuye al producto que contenían, vino o aceite.
Aunque habría que profundizar en este tema, el papel que estas importaciones griegas representan en la sociedad ibérica antigua parece estar próximo todavía al concepto de bienes de prestigio que regía en el sistema de reciprocidad del comercio de los siglos VIII-VII aC en la Península Ibérica.
Estos productos venían acompañados de manufacturas de carácter suntuario, muchas de las cuales se han perdido. Las que nos han dejado constancia son principalmente objetos de bronce, por ejemplo, olpes de origen etrusco del tipo de El Oral, figurillas o apliques figurados como el sátiro del LLano de la Consolación (Albacete), el Centauro de Royos (Murcia) o el asa del enterramiento de Pozo Moro (Albacete), que gracias al pecio francés de la Pointe Lequin 1A de fines del s. VI a C (sabemos que se importaban en su estado fragmentado.
El cargamento completo de este pecio, con ánforas y vajilla de lujo griegas, en su condición de «hallazgo cerrado» verifica la autenticidad del horizonte de importaciones que se está empezando a conocer en El Oral y en otros poblados ibéricos antiguos.
Un contexto cualitativamente similar al que aparece en el s. VI aC y primera mitad del s. V en centros etruscos y en ciudades griegas e indígenas de la Magna Grecia y de las islas centromediterranéas (SALA, 1995). Un contexto de importaciones, en suma, que muestra más el final del ambiente comercial tardoarcaico que una situación de ruptura con la tradición anterior y la formación de un orden económico y social nuevo.