El poblado ibérico de El Puig es uno de los mas interesantes que se pueden
visitar en la Comunidad Valenciana, destacando su sistema defensivo con un
impresionante torreón que todavía se alza imponente a su entrada.
En la carretera nacional 340 que
comunica Alicante con Alcoy, si venimos de Alicante, justo antes de entrar en
una curva de 90 grados a la izquierda que da acceso al barranco de la batalla,
a unos cinco kilómetros de esta última localidad, hay una ancha carretera
asfaltada a la derecha. Nos puede servir de indicación una señal de prohibido
tirar colillas por peligro de incendio que se sitúa a su entrada. En el caso
que vengamos desde Alcoy el desvío nos coge a la izquierda nada más salir del
barranco. Hay que coger esta carretera que baja unos metros haciendo un zigzag
y quinientos metros más adelante pasamos junto a un restaurante que también es
club de tenis. Siguiendo recto, en dirección Este, a 700 metros del club de
tenis llegamos a un cruce donde hay un poste de madera con indicaciones del
sendero PRV 132. A la izquierda señala la dirección al Puig. Se asciende por
una pista asfaltada por que pasa junto a varios chales. Tras 500 metros desde
el cruce la carretera asfaltada se acaba tras un pequeño descenso. Aquí se
puede dejar el coche. Seguimos andando por la pista forestal que es continuación
de la carretera por la que hemos venido, pero en poco más de 100 metros, y
antes de que la pista gire a la izquierda hay que coger el camino que sale a la
derecha. Las indicaciones blancas y amarillas del sendero de pequeño recorrido
nos irán acompañando durante la subida. El camino va ganando altura poco a
poco. Conviene parar un momento al llegar a un recodo del camino desde donde se
tiene una inmejorable vista del conjunto de las fortificaciones del poblado y
de los espectaculares cortados rocosos que lo defienden por el Oeste
precipitándose en el Barranco de la Batalla. También llaman la atención las
cuevas que horadan la mole rocosa en cuya cima se ubica el poblado ibérico.
Según se asciende entre pinos y encinas se va apreciando la magnitud del
amurallamiento. Desde el coche se tarda más de un cuarto de hora en llegar a la
entrada del poblado, tras haber recorrido menos de un kilómetro y haber
superado 60 metros de desnivel.
El poblado del Puig es el más
antiguo de los conocidos de esta cultura en la comarca alcoyana. El Puig se
ocupó ya en tiempos de la Edad del Bronce, si bien no son apreciables
estructuras correspondientes a esta época. La Hoya de Alcoy en el siglo V a.C
estaba bastante habitada por gentes de la Edad del Bronce. En este momento
comenzaron a llegar a esta zona las novedades culturales propias de la cultura
ibérica que venían a su vez del contacto con otros pueblos del Mediterráneo: la
cerámica a torno y la metalurgia del hierro. El vehículo sería el río Vinalopó,
corredor de gran trasiego histórico y penetración cultural y desde aquí
entrarían esta novedades en la hoya de Alcoy por el valle de Barxell y el de
Bañeres y Benejama. En el contexto del comienzo de la cultura ibérica podemos
encuadrar a este importante enclave arqueológico.

Sin duda lo más impresionante es
el torreón que defendía el acceso al poblado. Este bastión llega a alcanzar los
cuatro metros de altura, tiene planta rectangular y mide 5 x 12 metros. No deja
de causar asombro su técnica constructiva, donde las piedras que lo levantan
están encajadas con gran perfección. Pasamos al interior del poblado ahora no
defendido por los centinelas que harían guardia en el poderoso torreón.
A los 100 metros aproximadamente
del primer conjunto de murallas nos encontramos con una segunda hilera de
fortificaciones. Una interpretación dada a estos dos recintos protegidos es que
el superior sería el lugar de habitación, mientras que el más oriental, el
primero por el que hemos pasado sería utilizado como recinto para guardar y
proteger al ganado, a modo de albacar medieval.
Desde la entrada del segundo recinto y hacia el Norte tenemos
una gran vista de la Serreta donde se encuentra el poblado íbero que
seguramente hizo que se abandonara El Puig pues le sucedió en el control de
estas tierras.
Se entra en el segundo recinto atravesando las grandes
acumulaciones de piedras que corresponden a los restos de las murallas y
fortificaciones que protegían la parte alta del poblado. Al lado de la entrada
al segundo recinto se ven los restos de la excavación de casas y muros. Poco
queda de las casas, si bien los restos que hay nos muestran la típica planta
rectangular de los poblados íberos, con cimiento de piedra trabada con barro y
el alzado perdido debió de ser de tapial. Se ha encontrado cerámica griega
entre la que destaca una crátera procedente probablemente de la Magna Grecia
(Sicilia y sur de Italia). También se encontró cerámica ibérica, falcatas y
puntas y regatones de lanza, pesos de balanzas y hebillas.
El asentamiento ocupa toda la meseta cimera hasta los
escarpes que protegen la parte Oeste del poblado y que se precipitan al
barranco de la batalla.
