La necrópolis se sitúa a 8 km. de
Moixent, en la partida de Les Ventes, en la finca del Corral de Saus. Durante
1971, de manera fortuita, aparecieron diversos restos escultóricos, y en 1972,
Fletcher y Pla comenzaron las excavaciones en una zona de unos 360 m², en las
que se descubrió la necrópolis ibérica. En época romana, la necrópolis fue
conocida como “Ad statua”. Los hallazgos más importantes son los escultóricos,
como las “Damitas”, y “la Sirena”, además de otros como un busto con ojos
almendrados y sonrisa arcaica, y un bajorrelieve de un jinete. También se han
encontrado importantes restos de cerámica griega, con decoración floral,
geométrica y zoomorfa, y un vaso en el que un guerrero lucha con un ser
mitológico, de excelente factura. Anteriormente, en 1910 ya se había encontrado
un tesoro de 60 monedas de plata del siglo II a. C. En conjunto, los restos
constituyen un excepcional ejemplo de la escultura funeraria ibérica.
Los vestigios arqueológicos que allí se encontraron se conservan en el Museu de Prehistoria de Valencia y en el Museo Arqueológico de Moixent. La investigación reciente ha sido revisada en la actualidad por Isabel Izquierdo Peraile.
Se encuentra en el valle de río
Cànyoles, en la comarca de La Costera. Seguramente sea la
necrópolis del conocido y cercano poblado íbero de la Bastida de les
Alcusses, aquél en el que apareció la famosa figura de bronce conocida
como El guerro de Mogente, una especie de exvoto que representa a un
guerrero íbero montado a caballo. Estos días la necrópolis está de actualidad
pues se ha descubierto un horno industrial de producción de cal,
seguramente del I milenio a. C., donde se esperaba hallar un monumento
funerario. Pero nuestro tema de hoy es hacernos eco sobre todo de la
singularidad que en esta necrópolis se da, no en cuanto a que hayan sido
documentados tanto el período arcaico como el orientalizante, sino por como se
desmontan y se mutilan monumentos del primer período para construir los del
segundo, algo muy particular de esta necrópolis íbera.

Según la institución provincial, el equipo arqueológico iba tras la pista de un monumento funerario orientalizante del siglo VI antes de Cristo, pero finalmente "se ha encontrado con un espléndido horno" De acuerdo con los especialistas, este sirvió para producir cal, y la piedra utilizada para su fabricación se extrajo de la ladera caliza de la montaña inmediata, donde también se ha localizado la cantera correspondiente.
El principal problema de este descubrimiento es la determinación de la edad de la reliquia, la época de su funcionamiento y del destino de su producto, dado que la escasez de documentación complica la investigación. Sus grandes dimensiones, de cuatro metros de diámetro, indican una gran producción, lo que impide su consideración de meramente familiar o para el autoconsumo en la propia necrópolis.
Ademas, su lejanía a cualquier gran centro urbano obliga a buscar su origen uno próximo también, según las fuentes, que señalan que la propia cantera ofrece indicios de gran antigüedad.

En el Corral de Saus existen grandes
tumbas cuadrangulares con paredes de piedra en seco y cubierta protectora
(encachado) tumularia; una gran tumba cuadrangular con tres gradas
de sillares encuadrados; tumbas
en hoyo protegido con pequeñas piedras, y tumbas en caja rectangular revocada.
Hay presencia de enterramientos dobles o colectivos, muy
frecuentes en toda el área
ibérica, generalmente tumbas de mujer y niño, con restos óseos quemados.
Asimismo fueron hallados materiales cerámicos (sobre todo de cocina)
y metálicos que
se pueden contemplar en el Museo
Municipal Histórico- Artístico de Moixent.
También fueron recuperados
restos de la malacofauna, sin estar determinado si estamos ante especies
terrestres o marinas.
El monumento de estructura funeraria que podemos
hallar en el Corral de Saus es el conocido por el de tipo pilar-estela,
cuya principal característica es
la de estar compuesto por un basamento escalonado, pilar, capitel
y un remate escultórico
zoomorfo (toros, leones, ciervas, esfinges y sirenas). Del
análisis de los
restos arquitectónicos y escultóricos procedentes de los pilares-estela,
destaca el capitel de gola
decorada con las
"damitas", con
granadas y adormideras características de la
cultura ibérica y
la iconografía mediterránea.

El rito funerario de los íberos era el de la
incineración o cremación del fallecido junto con sus pertenencias sobre
una pira de troncos, en
un lugar destinado
a este fin.
Posteriormente se recogían las cenizas y se
introducían en una cerámica, la cual, a su vez, se enterraba en un hoyo.
Alrededor acompañaban al difunto diversos enseres para su viaje al más allá
(vasijas cerámicas de distintos tipos, armas, adornos personales, alimentos,
etc.). Todo este conjunto de urna y ajuar era cubierto de distintas maneras,
según su categoría social un simple túmulo de tierra, un encachado de piedras,
una estructura piramidal rematada con alguna escultura), y de todos estos tipos
hallamos ejemplos en el Corral de Saus.

Los restos arqueológicos hallados en las sucesivas
excavaciones proceden de los ajuares de las tumbas, en lo que se refiere a
materiales cerámicos, armas u objetos
de adorno; y de
encachados o túmulos de las tres tumbas
principales, en lo referente a los restos escultóricos.
Del interesante "corpus" cerámico
señalar que los restos aparecidos
acompañando a
sus propietarios difuntos
corresponden a una

con rostros femeninos, placas circulares,
tégulas) y la piedra (alisadores, molinos, azuelas). A estos materiales habría
que añadir los restos humanos (restos de huesos calcinados y, sobre todo,
cenizas) y faunísticos.